Si Harry Potter dirigiera General Electric


El otro día cayó en mis manos una curiosa novedad editorial: Si Harry Potter dirigiera General Electric. Parecía uno de esos típicos manuales de autoayuda cuyo consumo masivo jamás he comprendido, pero el título me persuadió. El asunto, en una semana de locos como la que se cierra en Aragón, tenía guasa. ¿Qué pasaría si Harry Potter dirigiera el Real Zaragoza, o el PP de Aragón? Pues que probablemente con algo de magia, de intuición y de arrojo, las cosas les irían mejor a ambas entidades, porque a la vista de cómo han gestionado sus episodios de crisis, está claro que necesitan un revulsivo. Ni Eduardo Bandrés ni Gustavo Alcalde parecen haber encontrado el poder de la piedra filosofal que les permita salir airosos de situaciones embarazosas.


Respecto del Real Zaragoza, el esperpento vivido tras la fuga de Ander Garitano solo una semana después de ser presentado como entrenador del primer equipo en sustitución de Víctor Fernández ha sido mayúsculo. Lo nunca visto en una entidad tan significativa en el imaginario colectivo de los aragoneses. Con la presentación exprés de Jabo Irureta como nuevo entrenador, el Zaragoza zanjó la tormenta motivada por el abandono del efímero Garitano. Pero los nubarrones aún no se han disipado.


La afición aún quiere saber cuáles fueron las verdaderas causas de la espantada. Los cambios en el estado de ánimo del entrenador fugado han de encontrar una motivación, y es de justicia que se sepa. Agapito Iglesias y Eduardo Bandrés han resuelto la urgencia --se va un entrenador y a las 24 horas la baja está repuesta--, pero su capacidad de liderazgo ha quedado tocada. Frente a lo que pudieran pensar inicialmente, Garitano ya es historia en el Zaragoza, y el presente pasa ahora por la credibilidad de unos dirigentes y de una cúpula técnica que han demostrado impericia para navegar en aguas revueltas. Bandrés sonreía con el viento a favor, pero cuando ha soplado de cara ha mostrado sufrimiento y desorientación. En su huida hacia adelante cargó incluso contra la prensa, aunque horas después se dejara ver por la fiesta de la canallesca, como el que no quiere la cosa.


Si cunde la sensación de que los problemas de ansiedad, de Garitano, del banquillo y del propio zaragocismo, surgen del comportamiento de determinados jugadores no es culpa de la prensa. Y aunque lo fuera: como máximo responsable del club está obligado a tomar las medidas que considere oportunas. El presidente debe actuar con más contundencia, y la solución no es solo sentar a una eminencia del fútbol como Irureta, al que pocos se atreverán a toser. En el Zaragoza, deben aprender de los errores y, para empezar, asumirlos. Echaron demasiado tarde a Víctor, se equivocaron con Garitano y, si dejan que todo siga su curso, se demostrará que el verdadero problema se encuentra también en una plantilla descompensada deportiva y emocionalmente. Los recomendados de Miguel Pardeza ya están en su casa, pero el onubense ahí sigue, caracoleando en el córner. Desmadejar este intrincado ovillo es obligación de quienes en su momento decidieron liderar este proyecto deportivo sin recaer en que habría momentos difíciles para los que encontrar soluciones cartesianas es imposible.


RESPECTO DEL PP aragonés, la situación para sus líderes es dramática. Embarcados en sus cuitas internas, tragan con cualquier imposición de Génova. La más vistosa, la inclusión como número dos al Congreso por Zaragoza de un cunero con pedigrí neocon. Baudilio Tomé, hombre de José María Aznar, ha sido el elegido para secundar a Luisa Fernanda Rudi en la lista. Tras barajarse en primera opción a Eugenio Nasarre, su pretendido pasado trasvasista --¿qué militante popular con cargo en activo no se posicionó a favor del PHN?--, le dejó apeado de la lista zaragozana y abrió la puerta a Tomé, hombre clave en FAES. El desapego hacia la circunscripción leonesa por la que fue elegido le dejó sin sitio en el PP castellano, ante lo cual el equipo de Mariano Rajoy ha acudido al rescate.


Lo peor no es que el PP de Aragón tenga que asumir un cunero, práctica habitual en los partidos nacionales, sino la desinformación absoluta en la que ha estado sumido. Puestos a elegir se hubieran podido quedar con otros hombres descolgados de las listas, como el portavoz de Exteriores Gustavo de Arístegui, al que su partido presenta por Zamora, también con tensión interna. O siendo osados, pedirse al alcalde de Madrid, ahora que ir de gallardonista en foros privados se ha puesto tan de moda.


Tampoco se ha tenido en cuenta la impronta aragonesa para consensuar un texto electoral que zanjara la polémica de los trasvases, que finalmente aparecerán de manera explícita en el programa nacional. La debilidad que transmite el PP aragonés en esta precampaña es muy alta, proporcional al batacazo electoral sufrido en mayo. Hace solo unas semanas, Alcalde declaraba que estaría encantado si Manuel Pizarro, que por ahora se abstiene de aparecer por Aragón, quisiera hacerse cargo del partido. Con el paso de los días no queda claro si el presidente autonómico del PP fue simplemente educado, expresó un deseo o pidió socorro.


Así que con este panorama no es descabellado preguntarse qué pasaría si un mago, aunque por unas horas, se hiciera cargo de estas entidades. Ambas parecen presas de un hechizo, necesitadas de un gurú. Quizás la bola de cristal ayudaría a entender por qué Garitano cambió de estado de ánimo, o por qué trata tan mal la dirección nacional del PP a sus correligionarios aragoneses.


JAIME Armengol

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